viernes, 6 de noviembre de 2015

Los Valores De La Familia

LOS VALORES DE LA FAMILIA


Los valores en la familia remiten al establecimiento de comportamientos y actitudes a los que se pone en un lugar de importancia. Los mismos son inculcados por los padres a los hijos a veces de forma explícita y a veces de forma inconsciente, a partir del ejemplo que se brinda. Para cualquier niño esta transmisión es de enorme importancia, por lo menos hasta que tenga edad como para decidir si los valores inculcados tienen fundamento o no. En general, a pesar de que los valores inculcados sean puestos en duda en el futuro, lo cierto es que los mismos sirven para generar un marco de comprensión del mundo.





La responsabilidad principal de la comunicación de valores en una familia corresponde a los padres. Esta circunstancia está reconocida en tratados internacionales de gran importancia; de hecho, está sugerida en la “Declaración de Derechos Humanos”. Así, cabe a los padres el hecho de enseñar a sus hijos valores que consideren adecuados de forma prioritaria. La escuela u otras instituciones educativas a lo sumo podrán servir de auxiliares en esta tarea. Este reconocimiento hacía los padres se debe principalmente al hecho de que son estos los que generalmente tienen el mayor interés en el buen desarrollo del niño.





Es importante hacer notar que los valores que con mayor facilidad se inculcan son aquellos que se demuestran con el ejemplo. Por el contrario, difícilmente se pueda tratar de inculcar un valor que en la práctica se desdeña continuamente. En este sentido hay que reconocer que en muchas ocasiones existe un claro defecto por parte de los progenitores, que tienden a comportarse de forma muy alejada a aquello que se pregona. Es importante tener en este aspecto un alto grado de responsabilidad, puesto que los menores carecen de herramientas de análisis como las que posee un adulto.



La adolescencia es el período en donde muchos de estos valores se cuestionan, circunstancia que lleva a un comportamiento errático sin lugar a dudas. Este período no solo es esperable sino que también es necesario para la constitución de una persona desarrollada. En efecto, es durante estos momentos en los que comienza a actuar el espíritu crítico de la persona, poniendo en la balanza que valores del pasado deben mantenerse y hasta qué punto, evaluación que derivará en un crecimiento como persona y el paso definitivo a la adultez. 






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